30 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: HA 191-192.

Mientras esperaba a Silas y Timoteo, Pablo no estaba ocioso.
“Disputaba en la sinagoga con los judíos y religiosos; y en la plaza cada día con los que le ocurrían.” Pero su principal labor era proclamar las nuevas de la salvación a aquellos que no tenían un concepto claro de Dios y de su propósito en favor de la especie caída. El apóstol había de encontrarse pronto con el paganismo en su forma más sutil y seductora.

Los grandes hombres de Atenas no tardaron en enterarse de la presencia en su ciudad de un maestro singular, que estaba presentando a las gentes doctrinas nuevas y extrañas. Algunos de esos hombres buscaron a Pablo, y entablaron conversación con él. Pronto una multitud de oyentes se reunió en torno de ellos. Algunos estaban listos para ridiculizar al apóstol como a uno muy inferior a ellos tanto social como intelectualmente, y ésos dijeron con mofa: “¿Qué quiere decir este palabrero?” Otros, “porque les predicaba a Jesús y la resurrección,” dijeron: “Parece que es predicador de nuevos dioses.”

Entre aquellos que se encontraron con Pablo en la plaza, había “algunos filósofos de los Epicúreos y de los Estoicos;” pero éstos, y todos los demás que trataron con él, vieron pronto que tenía un caudal de conocimiento aun mayor que el de ellos. Sus facultades intelectuales imponían el respeto de los letrados; mientras su fervor, su lógico razonamiento y el poder de su oratoria llamaban la atención de todo su auditorio. Sus oyentes reconocieron el hecho de que no era un novicio, sino un hombre capaz de hacer frente a todas las clases de argumentos convincentes en defensa de la doctrina que enseñaba. Así el apóstol permaneció impávido, haciendo frente a sus opositores en su propio terreno, haciendo frente a la lógica con la lógica, a la filosofía con la filosofía, a la elocuencia con la elocuencia.

Sus oponentes paganos le llamaron la atención a la suerte de Sócrates, quien por haber predicado dioses extraños, había sido condenado a muerte; y aconsejaron a Pablo que no arriesgara su vida de la misma manera. Pero los discursos del apóstol cautivaron la atención del pueblo, y su sabiduría sin afectación les imponía respeto y admiración. No fué reducido al silencio por la ciencia o la ironía de los filósofos; convencidos de que estaba resuelto a cumplir su cometido entre ellos y, bajo cualquier riesgo, dar su mensaje, decidieron darle una justa audiencia.

De consiguiente, lo condujeron al Aerópago. Este era uno de los puntos más sagrados de toda Atenas, y sus recuerdos y asociaciones inducían a considerarlo con supersticiosa reverencia que, en la mente de algunos, se convertía en terror. Era en este lugar donde los asuntos relacionados con la religión eran a menudo considerados cuidadosamente por hombres que actuaban como jueces finales en todo lo de mayor importancia moral, tanto como en asuntos civiles. Aquí, lejos del ruido y la bulla de las atestadas vías públicas, del tumulto de la promiscua discusión, el apóstol podría ser oído sin interrupción. Se reunieron en derredor de él poetas, artistas y filósofos—los doctos y sabios de Atenas, —quienes se dirigieron así a él: “¿Podremos saber qué sea esta nueva doctrina que dices? Porque pones en nuestros oídos unas nuevas cosas: queremos pues saber qué quiere ser esto.”

En esta hora de solemne responsabilidad, el apóstol estaba sereno y dueño de sí. Su corazón estaba cargado con un mensaje importante, y las palabras que brotaron de sus labios convencieron a sus oyentes de que no era un ocioso palabrero. “Varones Atenienses—dijo—en todo os veo como más supersticiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Aquel pues, que vosotros honráis sin conocerle, a éste os anunció yo. ”Con toda su inteligencia y conocimiento general, no conocían al Dios que había creado el universo. Sin embargo, algunos de ellos deseaban tener mayor luz. Los tales buscaban el Infinito.

29 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: HA 189-190.
Todos serán juzgados de acuerdo con la luz que se les ha dado. El Señor envía sus embajadores con un mensaje de salvación, y a aquellos que lo oyen los hará responsables de la manera en que tratan las palabras de sus siervos. Los que buscan sinceramente la verdad harán una investigación cuidadosa, a la luz de la Palabra de Dios, de las doctrinas que se les presentan.

Los judíos incrédulos de Tesalónica, llenos de celo y odio hacia los apóstoles, y no conformes con haberlos ahuyentado de su ciudad, los siguieron a Berea y despertaron contra ellos las pasiones excitables de la clase inferior. Temiendo que se hiciese violencia a Pablo si permanecía allí, los hermanos le enviaron a Atenas, acompañado por algunos de los bereanos que acababan de aceptar la fe.

De ciudad en ciudad sufrían persecución los maestros de la verdad. Los enemigos de Cristo no podían impedir el progreso del Evangelio; pero sí, lograban dificultar extraordinariamente la obra de los apóstoles. Con todo, frente a la oposición y a los conflictos, Pablo avanzaba firmemente, determinado a realizar el propósito de Dios como se le había revelado en la visión de Jerusalén: “Ve, porque yo te tengo que enviar lejos a los Gentiles.” Hechos 22:21.

La apresurada partida de Pablo de Berea le privó de la oportunidad que pensaba tener de visitar a los hermanos de Tesalónica.  Al llegar a Atenas, el apóstol envió de vuelta a algunos de los hermanos bereanos para que les dijeran a Silas y Timoteo que se reuniesen con él inmediatamente. Timoteo había ido a Berea antes que Pablo partiera, y había quedado con Silas para continuar la obra tan bien comenzada allí, y para instruir a los nuevos conversos en los principios de la fe.

La ciudad de Atenas era la metrópoli del paganismo. Allí Pablo no se encontró con un populacho ignorante y crédulo como en Listra, sino con gente famosa por su inteligencia y cultura. Por doquiera se veían estatuas de sus dioses y de los héroes deificados de la historia y la poesía, mientras magníficas esculturas y pinturas representaban la gloria nacional y el culto popular de las deidades paganas. Los sentidos de la gente se extasiaban con la belleza y el esplendor del arte. Por doquiera los santuarios y templos, que representaban gastos incalculables, levantaban sus macizas formas. Las victorias de las armas y los hechos de hombres célebres eran conmemorados mediante esculturas, altares e inscripciones. Todo esto convertía a Atenas en una vasta galería de arte.

Cuando Pablo vio la hermosura y grandeza que lo rodeaban,y la ciudad enteramente entregada a la idolatría, su espíritu se llenó de celo por Dios, a quien veía deshonrado por todas partes; y su corazón se llenó de compasión por la gente de Atenas, que, no obstante su cultura intelectual, no conocía al Dios verdadero.

El apóstol no se engañaba por lo que veía en ese centro del saber. Su naturaleza espiritual estaba tan despierta a los atractivos de las cosas celestiales, que el gozo y la gloria de las riquezas que no perecerán nunca, invalidaban a sus ojos la pompa y el esplendor que lo rodeaban. Al ver la magnificencia de Atenas, comprendía su poder seductor para los amantes del arte y de la ciencia, y quedó profundamente impresionada su mente por la importancia de la obra que tenía por delante.

En esta gran ciudad, donde no se adoraba a Dios, Pablo se sentía oprimido por un sentimiento de soledad; y anhelaba la simpatía y la ayuda de sus colaboradores. En cuanto se refería a la amistad humana, se sentía completamente solo. Lo expresa en su Epístola a los Tesalonicenses al decir: “Acordamos quedarnos solos en Atenas.” 1 Tesalonicenses 3:1. Delante de él se presentaban obstáculos que parecían insuperables, haciendo casi desesperada para él la tentativa de alcanzar los corazones de la gente.

28 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: HA 187-188.

Los que enseñan hoy verdades poco populares no necesitan desanimarse si en ocasiones no son recibidos más favorablemente, aun por los que pretenden ser cristianos, de lo que lo fueron Pablo y sus colaboradores por la gente entre la cual trabajaron. Los mensajeros de la cruz deben velar y orar, y seguir adelante con fe y ánimo, trabajando siempre en el nombre de Jesús. Deben exaltar a Cristo como el mediador del hombre en el santuario celestial, en quien se concentraban todos los sacrificios de la dispensación del Antiguo Testamento, y por cuyo sacrificio expiatorio los transgresores de la ley de Dios pueden hallar paz y perdón.

Capítulo23—Berea y Atenas
En Berea Pablo encontró judíos que estaban dispuestos a investigar las verdades que enseñaba. El informe de Lucas declara de ellos: “Y fueron éstos más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, siestas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos; y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres.”

La mente de los bereanos no estaba estrechada por el prejuicio. Estaban dispuestos a investigar la verdad de la doctrina presentada por los apóstoles. Estudiaban la Biblia, no por curiosidad, sino para aprender lo que se había escrito concerniente al Mesías prometido. Investigaban diariamente los relatos inspirados; y al comparar escritura con escritura, los ángeles celestiales estaban junto a ellos, iluminando sus mentes e impresionando sus corazones.

Doquiera se proclaman las verdades del Evangelio, aquellos que desean sinceramente hacer lo recto son inducidos a escudriñar diligentemente las Escrituras. Si en las escenas finales de la historia terrenal, aquellos a quienes se proclaman las verdades probatorias siguieran el ejemplo de los bereanos, escudriñando diariamente las Escrituras, comparando con la Palabra de Dios los mensajes que se les dan, habría un gran número de leales a los preceptos de la ley de Dios donde ahora hay comparativamente pocos.

Pero cuando las verdades impopulares de la Biblia se presentan, muchos se niegan a hacer esta investigación. Aunque no pueden contradecir las claras enseñanzas de las Escrituras, manifiestan, sin embargo, extrema indisposición a estudiar las evidencias ofrecidas. Algunos arguyen que aunque estas doctrinas sean en verdad ciertas, importa poco que ellos acepten o no la nueva luz; y se aferran a fábulas agradables por las cuales el enemigo suele extraviar las almas. Así sus mentes son cegadas por el error y ellos se separan del cielo.

27 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: HA 185-186.

El Salvador profetizado había de venir, no como un rey temporal, para librar a la nación judía de opresores terrenales, sino como hombre entre los hombres, para vivir una vida de pobreza y humildad, y para ser al fin despreciado, rechazado y muerto. El Salvador predicho en las Escrituras del Antiguo Testamento había de ofrecerse a sí mismo como sacrificio en favor de la especie caída, cumpliendo así todos los requerimientos de la ley quebrantada. En él los sacrificios típicos iban a encontrar la realidad prefigurada, y su muerte de cruz iba a darle significado a toda la economía judía.

Pablo habló a los judíos tesalonicenses de su celo anterior por la ley ceremonial, y del asombroso suceso que le había ocurrido junto a las puertas de Damasco. Antes de su conversión había confiado en una piedad heredada, una falsa esperanza. Su fe no había estado anclada en Cristo; en vez de eso, había confiado en formas y ceremonias. Su celo por la ley había estado desvinculado de la fe en Cristo, y no tenía ningún valor. Mientras se vanagloriaba de ser intachable en el cumplimiento de los requerimientos de la ley, había rechazado a Aquel que daba valor a la ley.

Pero al convertirse, todo había cambiado. Jesús de Nazaret, a quien había estado persiguiendo en la persona de sus santos, se le apareció como el Mesías prometido. El perseguidor le vio como el Hijo de Dios que había venido a la tierra en cumplimiento de las profecías, y en cuya vida se cumplían todas las especificaciones de los Escritos Sagrados.

Mientras Pablo proclamaba con santa audacia el Evangelio en la sinagoga de Tesalónica, se derramaron raudales de luz sobre el verdadero significado de los ritos y ceremonias relacionados con el servicio del tabernáculo. Condujo el pensamiento de sus oyentes más allá del servicio terrenal y del ministerio de Cristo en el santuario celestial, al tiempo cuando, habiendo completado su obra mediadora, Cristo volverá con poder y grande gloria y establecerá su reino en la tierra. Pablo creía en la segunda venida de Cristo. Tan clara y vigorosamente presentó las verdades concernientes a este suceso, que ellas hicieron en la mente de muchos que oían una impresión que nunca se borró.

Por tres sábados sucesivos Pablo predicó a los tesalonicenses, razónando con ellos de las Escrituras en cuanto a la vida, muerte, resurrección, mediación, y gloria futura de Cristo, el Cordero “muerto desde el principio del mundo.” Apocalipsis 13:8. Ensalzó a Cristo, el debido entendimiento de cuyo ministerio es la llave que abre las Escrituras del Antiguo Testamento y da acceso a sus ricos tesoros.

Cuando se proclamaron así las verdades del Evangelio en Tesalónica con gran poder, se cautivó la atención de grandes congregaciones. “Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y Silas; y de los griegos religiosos grande multitud, y mujeres nobles no pocas.”

Como en los lugares adonde fueron anteriormente, los apóstoles tropezaron aquí con acérrima oposición. “Los Judíos que eran incrédulos,” tuvieron “celos.” Estos judíos no contaban entonces con el favor del poder romano, porque no mucho antes habían provocado una insurrección en Roma. Eran mirados con suspicacia, y su libertad era restringida en cierta medida. Vieron ahora una oportunidad para aprovecharse de las circunstancias, a fin de rehabilitarse, y al mismo tiempo arrojar oprobio sobre los apóstoles y sobre los conversos al cristianismo.

Se proponían hacer esto uniéndose con “algunos ociosos, malos hombres,” por medio de los cuales lograron alborotar la ciudad. Con la esperanza de encontrar a los apóstoles, asaltaron “la casa de Jasón;” pero no hallaron a Pablo ni a Silas. Y “no hallándolos,” la turba, en su loco chasco, “trajeron a Jasón, y a algunos hermanos a los gobernadores de la ciudad, dando voces: Estos que alborotan el mundo, también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos éstos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús.”

Como no se halló a Pablo ni a Silas, los magistrados pusieron bajo fianza a los creyentes acusados, para mantener la paz. Temiendo violencias adicionales, “los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo y a Silas a Berea.”

26 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: HA 183-184.
Con convincente poder, Pablo arguyó, fundado en los escritos del Antiguo Testamento, que “convenía que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos.” ¿No había profetizado Miqueas: “Con vara herirán sobre la quijada al juez de Israel”? Miqueas 5:1. ¿Y no había profetizado de sí mismo el Prometido, por medio de Isaías; “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no escondí mi rostro de las injurias y esputos”? Isaías 50:6. Mediante el salmista, Cristo había predicho el trato que iba a recibir de los hombres: “Yo soy … oprobio de los hombres, y desecho del pueblo. Todos los que me ven, escarnecen de mí; estiran los labios, menean la cabeza, diciendo: Remítese a Jehová, líbrelo; sálvele, puesto que en él se complacía.” “Contar puedo todos mis huesos; ellos miran, considéranme. Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.” “He sido extrañado de mis hermanos, y extraño a los hijos de mi madre. Porque me consumió el celo de tu casa; y los denuestos de los que te vituperaban, cayeron sobre mí.” “La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado: y esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo: y consoladores, y ninguno hallé.” Salmos 22:6-8, 17, 18; 69:8, 9, 20.

¡Cuán inconfundiblemente claras eran las profecías de Isaías respecto a los sufrimientos y la muerte de Cristo! “¿Quién ha creído a nuestro anunció? —pregunta el profeta—¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Y subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca: no hay parecer en él, ni hermosura: verlo hemos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto: y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados.

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca: como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. De la cárcel y del juicio fue quitado; y su generación ¿quién la contará? Porque cortado fue de la tierra de los vivientes; por la rebelión de mi pueblo fue herido.” Isaías 53:1-8.

Aun la forma de su muerte había sido prefigurada. Como la serpiente de metal había sido levantada en el desierto, así iba a ser levantado el Redentor venidero, para que “todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16.
“Y le preguntarán:  ¿Qué heridas son éstas en tus manos?
Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos.” Zacarías 13:6.

“Dispúsose con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; porque nunca hizo él maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.” Isaías 53:9, 10.

Pero el que iba a sufrir la muerte a manos de hombres impíos, se levantaría de nuevo como un vencedor del pecado y del sepulcro. Bajo la inspiración del Todopoderoso, el dulce cantor de Israel había dado testimonio de las glorias de la mañana de la resurrección. “También mi carne—proclamó alegremente—reposará segura. Porque no dejarás mi alma en el sepulcro; ni permitirás que tu santo vea corrupción.” Salmos 16:9, 10

Pablo mostró cuán estrechamente había ligado Dios el servicio de los sacrificios con las profecías relativas a Aquel que iba a ser llevado como cordero al matadero. El Mesías iba a dar su vida como “expiación por el pecado.” Mirando hacia adelante a través de los siglos las escenas de la expiación del Salvador, el profeta Isaías había testificado que el Cordero de Dios “derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los perversos, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.” Isaías 53:7,10, 12.

25 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: Hechos 28:22-31; HA 182.

Hechos 28:22-31
22 Pero queremos oír tu punto de vista, porque lo único que sabemos es que en todas partes se habla en contra de esa secta.

23 Señalaron un día para reunirse con Pablo, y acudieron en mayor número a la casa donde estaba alojado. Desde la mañana hasta la tarde estuvo explicándoles y testificándoles acerca del reino de Dios y tratando de convencerlos respecto a Jesús, partiendo de la ley de Moisés y de los profetas. 24 Unos se convencieron por lo que él decía, pero otros se negaron a creer. 25 No pudieron ponerse de acuerdo entre sí, y comenzaron a irse cuando Pablo añadió esta última declaración: «Con razón el Espíritu Santo les habló a sus antepasados por medio del profeta Isaías diciendo:

26 »“Ve a este pueblo y dile: ‘Por mucho que oigan, no entenderán; por mucho que vean, no percibirán’. 27 Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría”.
28 
»Por tanto, quiero que sepan que esta salvación de Dios se ha enviado a los gentiles, y ellos sí escucharán».

30 Durante dos años completos permaneció Pablo en la casa que tenía alquilada, y recibía a todos los que iban a verlo. 31 Y predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo sin impedimento y sin temor alguno.

HA182.
Hasta el mismo lugar del nacimiento del Mesías fué predicho así: “Mas tú, Beth-lehem Ephrata, pequeña para ser en los millares de Judá,de ti me saldrá elque será Señoren Israel: y sus salidas son desde el principio, desde los días del siglo.” Miqueas 5:2.

La obra que el Salvador haría en la tierra había sido bosquejada plena y claramente: “Y reposará sobre él el espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. Y harále entender diligente en el temor de Jehová.” El así ungido vendría “a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos abertura de la cárcel; a promulgar año de la buena voluntad de Jehová, y día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar a Sión a los enlutados, para darles gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar del luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.” Isaías 11:2, 3; 61:1-3.

“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma toma contentamiento: he puesto sobre él mi espíritu, dará juicio a las gentes. No clamará, ni alzará, ni hará oír su voz en las plazas. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare: sacará el juicio a verdad. No se cansará, ni desmayará, hasta que ponga en la tierra juicio; y las islas esperarán su ley.” Isaías 42:1-4.

24 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: Hechos 28:11-21; HA 181.

Hechos 28:11-21 Llegada a Roma
11 Al cabo de tres meses en la isla, zarpamos en un barco que había invernado allí. Era una nave de Alejandría que tenía por insignia a los dioses Dióscuros. 12 Hicimos escala en Siracusa, donde nos quedamos tres días. 13 Desde allí navegamos bordeando la costa y llegamos a Regio. Al día siguiente se levantó el viento del sur, y al segundo día llegamos a Poteoli. 14 Allí encontramos a algunos creyentes que nos invitaron a pasar una semana con ellos. Y por fin llegamos a Roma. 15 Los hermanos de Roma, habiéndose enterado de nuestra situación, salieron hasta el Foro de Apio y Tres Tabernas a recibirnos. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró ánimo. 16 Cuando llegamos a Roma, a Pablo se le permitió tener su domicilio particular, con un soldado que lo custodiara.

Pablo predica bajo custodia en Roma
17 Tres días más tarde, Pablo convocó a los dirigentes de los judíos. Cuando estuvieron reunidos, les dijo:
―A mí, hermanos, a pesar de no haber hecho nada contra mi pueblo ni contra las costumbres de nuestros antepasados, me arrestaron en Jerusalén y me entregaron a los romanos. 18 Estos me interrogaron y quisieron soltarme por no ser yo culpable de ningún delito que mereciera la muerte. 19 Cuando los judíos se opusieron, me vi obligado a apelar al emperador, pero no porque tuviera alguna acusación que presentar contra mi nación. 20 Por este motivo he pedido verlos y hablar con ustedes. Precisamente por la esperanza de Israel estoy encadenado.

21 ―Nosotros no hemos recibido ninguna carta de Judea que tenga que ver contigo
—le contestaron ellos—, ni ha llegado ninguno de los hermanos de allá con malos informes o que haya hablado mal de ti.

HA 181.

A Abrahán se le dió la promesa que de su descendencia vendría el Salvador del mundo: “En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra.” Génesis 22:18. “No dice: Y a las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.” Gálatas 3:16.

Moisés, cerca del fin de su trabajo como jefe y maestro de Israel, profetizó claramente del Mesías venidero. “Profeta de en medio de ti—declaró a las huestes reunidas de Israel, —de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios: a él oiréis.” Y Moisés aseguró a los israelitas que Dios mismo le había revelado esto en el monte de Horeb, diciendo: “Profeta les suscitaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.” Deuteronomio 18:15, 18.

El Mesías había de ser del linaje real; porque en la profecía pronunciada por Jacob el Señor dijo: “No será quitado el cetro de Judá, y el legislador de entre sus pies, hasta que venga Shiloh; y a él se congregarán los pueblos.” Génesis 49:10.

Isaías profetizó: “Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.” “Inclinad vuestros oídos, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes de David. He aquí, que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti; por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.” Isaías 11:1; 55:3-5.

Jeremías también testificó del Redentor venidero como de un príncipe de la casa de David: “He aquí que vienen los días, dice Jehová, y despertaré a David renuevo justo, y reinará Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado: y éste será su nombre que le llamarán: Jehová, justicia nuestra.” Y nuevamente: “Porque así ha dicho Jehová: No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel; y de los sacerdotes y levitas no faltará varón de mi presencia que ofrezca holocausto, y encienda presente, y que haga sacrificio todos los días.” Jeremías 23:5, 6; 33:17, 18.

23 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: Hechos 28:1-11; HA 180.

Hechos 28:1-11 En la isla de Malta
1 Una vez a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta. Los isleños nos trataron con toda clase de atenciones. Encendieron una fogata y nos invitaron a acercarnos, porque estaba lloviendo y hacía frío. Sucedió que Pablo recogió un montón de leña y la estaba echando al fuego cuando una víbora que huía del calor se le prendió en la mano.

Al ver la serpiente colgada de la mano de Pablo, los isleños se pusieron a comentar entre sí: «Sin duda este hombre es un asesino, pues aunque se salvó del mar, la justicia divina no va a consentir que siga con vida». Pero Pablo sacudió la mano y la serpiente cayó en el fuego, y él no sufrió ningún daño. La gente esperaba que se hinchara o cayera muerto de repente, pero, después de esperar un buen rato y de ver que nada extraño le sucedía, cambiaron de parecer y decían que era un dios.

Cerca de allí había una finca que pertenecía a Publio, el funcionario principal de la isla. Este nos recibió en su casa con amabilidad y nos hospedó durante tres días. El padre de Publio estaba en cama, enfermo con fiebre y disentería. Pablo entró a verlo y, después de orar, le impuso las manos y lo sanó. Como consecuencia de esto, los demás enfermos de la isla también acudían y eran sanados. 10 Nos colmaron de muchas atenciones y nos proveyeron de todo lo necesario para el viaje.

HA 180 Capítulo22 —Tesalónica
Después de dejar a Filipos, Pablo y Silas fueron a Tesalónica. Allí se les dió la oportunidad de hablar a grandes congregaciones en la sinagoga judía. Su apariencia evidenciaba el vergonzoso trato recién recibido, y requería una explicación delo que había sucedido. Ellos la dieron sin ensalzarse a sí mismos, sino magnificando a Aquel que los había librado.

Al predicar a los tesalonicenses, Pablo apeló a las profecías del Antiguo Testamento concernientes al Mesías. Cristo había abierto en su ministerio la mente de sus discípulos a estas profecías; pues “comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían.” Lucas 24:27. Pedro, al predicar a Cristo, había sacado del Antiguo Testamento sus evidencias. Esteban había seguido el mismo plan. Y también Pablo en su ministerio apelaba a las Escrituras que predecían el nacimiento, los sufrimientos, la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Por el inspirado testimonio de Moisés y los profetas, probaba claramente la identidad de Jesús de Nazaret como el Mesías, y mostraba que desde los días de Adán era la voz de Cristo la que había hablado por los patriarcas y profetas.

Se habían dado profecías sencillas y específicas concernientes a la aparición del Prometido. A Adán se le dio la seguridad de la venida del Redentor. La sentencia pronunciada contra Satanás: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15), era para nuestros primeros padres la promesa de la redención que iba a obrarse por Cristo.

22 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: HA 178-179.

Las labores de Pablo en Filipos tuvieron por resultado el establecimiento de una iglesia cuyos miembros aumentaban constantemente. Su celo y devoción, y sobre todo su disposición a sufrir por causa de Cristo, ejercieron una influencia profunda y duradera en los conversos. Apreciaban altamente las preciosas verdades por las cuales los apóstoles se habían sacrificado tanto, y se entregaron con sincera devoción a la causa de su Redentor.

Que esta iglesia no estuvo libre de persecución, lo revela una expresión de la carta que Pablo le escribió. Dice: “A vosotros es concedido por Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí.” Sin embargo, era tal su firmeza en la fe, que él declara: “Doy gracias a mi Dios en toda memoria de vosotros, siempre en todas mis oraciones haciendo oración por todos vosotros con gozo, por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta ahora.” Filipenses 1:29, 30, 3-5.

Es terrible la lucha que se produce entre las fuerzas del bien y las del mal en los centros importantes donde los mensajeros de la verdad están llamados a trabajar. “No tenemos lucha contra sangre y carne—declara Pablo; —sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas.” Efesios 6:12. Hasta el fin, habrá un conflicto entre la iglesia de Dios y los que están bajo el dominio de los ángeles malos.

Los primeros cristianos estaban llamados a menudo a hacer frente cara a cara a las potestades de las tinieblas. Por medio de sofistería y persecución el enemigo se esforzaba por apartarlos de la verdadera fe. Ahora, cuando el fin de las cosas terrenales se acerca rápidamente, Satanás realiza desesperados esfuerzos por entrampar al mundo. Inventa muchos planes para ocupar las mentes y apartar la atención de las verdades esenciales para la salvación. En todas las ciudades sus agentes están organizando empeñosamente en partidos a aquellos que se oponen a la ley de Dios. El gran engañador está tratando de introducir el ementos de confusión y rebelión, y los hombres se están enardeciendo con un celo que no está de acuerdo con su conocimiento.

La maldad está llegando a un grado jamás antes alcanzado; no obstante, muchos ministros del Evangelio claman: “Paz y seguridad.” Pero los fieles mensajeros de Dios han de seguir rápidamente adelante con su obra. Vestidos con la armadura celestial, han de avanzar intrépida y victoriosamente, sin cejar en su lucha hasta que toda alma que se halle a su alcance haya recibido el mensaje de verdad para este tiempo.

21 DE ABRIL 2017

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Lectura para hoy: HA 176-177.

La severidad con que el carcelero había tratado a los apóstoles no había despertado su resentimiento. Pablo y Silas tenían el espíritu de Cristo, no el espíritu de venganza. Sus corazones, llenos del amor del Salvador, no daban cabida a la malicia contra sus perseguidores.

El carcelero dejó caer su espada y pidiendo luz, se apresuró a ir a la mazmorra interior. Quería ver qué clase de hombres eran éstos que retribuían con bondad la crueldad con que habían sido tratados. Al llegar donde estaban los apóstoles, postrándose ante ellos, les pidió que le perdonaran. Entonces, sacándolos al patio, les preguntó: “Señores, ¿qué es menester que yo haga para ser salvo?”

El carcelero había temblado al ver la ira de Dios manifestada en el terremoto; cuando pensó que los presos se habían escapado, había estado dispuesto a suicidarse; pero ahora todas estas cosas le parecían insignificantes en comparación con el nuevo y extraño terror que agitaba su mente, y con el deseo de tener la tranquilidad y alegría manifestadas por los apóstoles bajo el sufrimiento y el ultraje. Vio en sus rostros la luz del cielo; sabía que Dios había intervenido milagrosamente para salvar sus vidas, y se revistieron de extraordinaria fuerza las palabras de la endemoniada: “Estos hombres son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de salud.”

Con profunda humildad pidió a los apóstoles que le mostraran el camino de la vida.
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa—contestaron ellos. —Y le hablaron la palabra del Señor, y a todos los que estaban en su casa.” El carcelero lavó entonces las heridas de los apóstoles, y les sirvió, después de lo cual fue bautizado por ellos, con toda su casa. Una influencia santificadora se difundió entre los presos, y todos estaban dispuestos a escuchar las verdades habladas por los apóstoles. Estaban convencidos que el Dios a quien estos hombres servían los había librado milagrosamente de sus cadenas.

Los habitantes de Filipos se habían aterrado grandemente por el terremoto; y cuando, por la mañana, los oficiales de la cárcel les dijeron a los magistrados lo que había ocurrido durante la noche, se alarmaron, y enviaron a los alguaciles para soltar a los apóstoles. Pero Pablo declaró: “Azotados públicamente sin ser condenados, siendo hombres Romanos, nos echaron en la cárcel; y ¿ahora nos echan encubiertamente? No, de cierto, sino vengan ellos y sáquennos.”

Los apóstoles eran ciudadanos romanos, y era ilícito azotar a un romano, a no ser por el crimen más flagrante, o privarlo de su libertad sin un juicio justo. Pablo y Silas habían sido encarcelados públicamente, y se negaron ahora a ser puestos privadamente en libertad sin la debida explicación de parte de los magistrados.

Cuando se comunicaron estas palabras a las autoridades, éstas se alarmaron por temor de que los apóstoles se quejaran al emperador, y yendo en seguida a la cárcel, pidieron disculpas a Pablo y Silas por la injusticia y crueldad que se les había hecho, y los sacaron personalmente de la cárcel y les rogaron que se fueran de la ciudad. Los magistrados temían la influencia de los apóstoles sobre el pueblo, y también el Poder que había intervenido en favor de esos hombres inocentes.

De acuerdo con la instrucción de Cristo, los apóstoles no impusieron su presencia donde no se la deseaba. “Salidos de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto a los hermanos, los consolaron, y se salieron.”

Los apóstoles no consideraban inútiles sus labores en Filipos. Habían afrontado mucha oposición y persecución; pero la intervención de la Providencia en su favor, y la conversión del carcelero y de su familia, compensaron con creces la ignominia y el sufrimiento que habían soportado. Las noticias de su injusto encarcelamiento y de su milagrosa liberación se difundieron por toda esa región, y esto dio a conocer la obra de los apóstoles a muchos que de otra manera no habrían sido alcanzados.