31 DE MAYO 2017

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Lectura para hoy: Romanos 9:22-33, HA 241

22 ¿Y qué si Dios, queriendo mostrar su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia a los que eran objeto de su castigo[i] y estaban destinados a la destrucción? 23 ¿Qué si lo hizo para dar a conocer sus gloriosas riquezas a los que eran objeto de su misericordia, y a quienes de antemano preparó para esa gloria? 24 Esos somos nosotros, a quienes Dios llamó no solo de entre los judíos, sino también de entre los gentiles.

25 Así lo dice Dios en el libro de Oseas:
«Llamaré “mi pueblo” a los que no son mi pueblo; y llamaré “mi amada” a la que no es mi amada», 26 «Y sucederá que en el mismo lugar donde se les dijo:
“Ustedes no son mi pueblo”, serán llamados “hijos del Dios viviente”».

27 Isaías, por su parte, proclama respecto de Israel:
«Aunque los israelitas sean tan numerosos como la arena del mar, solo el remanente será salvo; 28 porque plenamente y sin demora el Señor cumplirá su sentencia en la tierra».

29 Así había dicho Isaías:
«Si el Señor Todopoderoso no nos hubiera dejado descendientes, seríamos ya como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra».

Incredulidad de Israel
30 ¿Qué concluiremos? Pues que los gentiles, que no buscaban la justicia, la han alcanzado. Me refiero a la justicia que es por la fe. 31 En cambio Israel, que iba en busca de una ley que le diera justicia, no ha alcanzado esa justicia. 32 ¿Por qué no? Porque no la buscaron mediante la fe, sino mediante las obras, como si fuera posible alcanzarla así. Por eso tropezaron con la «piedra de tropiezo», 33 como está escrito: «Miren que pongo en Sión una piedra de tropiezo y una roca que hace caer; pero el que confíe en él no será defraudado».[n]

Las labores de Pablo en Efeso terminaron. Su ministerio había sido una época de labor incesante, de muchas pruebas y profunda angustia. El había enseñado a la gente en público y de casa en casa, instruyéndola y amonestándola con muchas lágrimas. Había tenido que hacer frente continuamente a la oposición de los judíos, quienes no perdían oportunidad para excitar el sentimiento popular contra él.

Mientras batallaba así contra la oposición, impulsando con celo incansable la obra del Evangelio y velando por los intereses de una iglesia todavía nueva en la fe, Pablo sentía en su alma una preocupación por todas las iglesias.

Las noticias de que había apostasía en algunas de las iglesias levantadas por él, le causaban profunda tristeza. Temía que sus esfuerzos en favor de ellas pudieran resultar inútiles. Pasaba muchas noches de desvelo en oración y ferviente meditación al conocer los métodos que se empleaban para contrarrestar su trabajo. Cuando tenía oportunidad y la condición de ellas lo demandaba, escribía a las iglesias para reprenderlas, aconsejarlas, amonestarlas y animarlas. En estas cartas, el apóstol no se explaya en sus propias pruebas; sin embargo, ocasionalmente se vislumbran sus labores y sufrimientos en la causa de Cristo. Por amor al Evangelio soportó azotes y prisiones, frío, hambre y sed, peligros en tierra y mar, en la ciudad y en el desierto, de sus propios compatriotas y de los paganos y los falsos hermanos. Fué difamado, maldecido, considerado como el desecho de todos, angustiado, perseguido, atribulado en todo, estuvo en peligros a toda hora, siempre entregado a la muerte por causa de Jesús.

En medio de la constante tempestad de oposición, el clamor de los enemigos y la deserción de los amigos, el intrépido apóstol casi se descorazonaba. Pero miraba hacia atrás al Calvario, y con nuevo ardor se empeñaba en extender el conocimiento del Crucificado. No estaba sino hollando la senda manchada de sangre que Cristo había hollado antes. No quería desistir de la guerra hasta que pudiera arrojar su armadura a los pies de su Redentor.

30 DE MAYO 2017

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Lectura para hoy: Romanos 9:14-21, HA 240

14 ¿Qué concluiremos? ¿Acaso es Dios injusto? ¡De ninguna manera! 15 Es un hecho que a Moisés le dice:«Tendré clemencia de quien yo quiera tenerla, y seré compasivo con quien yo quiera serlo».

16 Por lo tanto, la elección no depende del deseo ni del esfuerzo humano, sino de la misericordia de Dios. 17 Porque la Escritura le dice al faraón: «Te he levantado precisamente para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra». 18 Así que Dios tiene misericordia de quien él quiere tenerla, y endurece a quien él quiere endurecer.

19 Pero tú me dirás: «Entonces, ¿por qué todavía nos echa la culpa Dios? ¿Quién puede oponerse a su voluntad?» 20 Respondo: ¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? «¿Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: “¿Por qué me hiciste así?”»[h] 21 ¿No tiene derecho el alfarero de hacer del mismo barro unas vasijas para usos especiales y otras para fines ordinarios?

HA 240
Las labores de Pablo en Efeso terminaron. Su ministerio había sido una época de labor incesante, de muchas pruebas y profunda angustia. El había enseñado a la gente en público y de casa en casa, instruyéndola y amonestándola con muchas lágrimas. Había tenido que hacer frente continuamente a la oposición de los judíos, quienes no perdían oportunidad para excitar el sentimiento popular contra él.

Mientras batallaba así contra la oposición, impulsando con celo incansable la obra del Evangelio y velando por los intereses de una iglesia todavía nueva en la fe, Pablo sentía en su alma una preocupación por todas las iglesias.

Las noticias de que había apostasía en algunas de las iglesias levantadas por él, le causaban profunda tristeza. Temía que sus esfuerzos en favor de ellas pudieran resultar inútiles. Pasaba muchas noches de desvelo en oración y ferviente meditación al conocer los métodos que se empleaban para contrarrestar su trabajo. Cuando tenía oportunidad y la condición de ellas lo demandaba, escribía a las iglesias para reprenderlas, aconsejarlas, amonestarlas y animarlas.

En estas cartas, el apóstol no se explaya en sus propias pruebas; sin embargo, ocasionalmente se vislumbran sus labores y sufrimientos en la causa de Cristo. Por amor al Evangelio soportó azotes y prisiones, frío, hambre y sed, peligros en tierra y mar, en la ciudad y en el desierto, de sus propios compatriotas y de los paganos y los falsos hermanos. Fué difamado, maldecido, considerado como el desecho de todos, angustiado, perseguido, atribulado en todo, estuvo en peligros a toda hora, siempre entregado a la muerte por causa de Jesús.

En medio de la constante tempestad de oposición, el clamor de los enemigos y la deserción de los amigos, el intrépido apóstol casi se descorazonaba. Pero miraba hacia atrás al Calvario, y con nuevo ardor se empeñaba en extender el conocimiento del Crucificado. No estaba sino hollando la senda manchada de sangre que Cristo había hollado antes. No quería desistir de la guerra hasta que pudiera arrojar su armadura a los pies de su Redentor.

29 DE MAYO 2017

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Lectura para hoy: Romanos 9:1-13, HA 239

La elección soberana de Dios
1 Digo la verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia me lo confirma en el Espíritu Santo. Me invade una gran tristeza y me embarga un continuo dolor. Desearía yo mismo ser maldecido y separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los de mi propia raza, el pueblo de Israel. De ellos son la adopción como hijos, la gloria divina, los pactos, la ley, el privilegio de adorar a Dios y el de contar con sus promesas. De ellos son los patriarcas, y de ellos, según la naturaleza humana, nació Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas. ¡Alabado sea por siempre! Amén.

Ahora bien, no digamos que la Palabra de Dios ha fracasado. Lo que sucede es que no todos los que descienden de Israel son Israel. Tampoco por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos. Al contrario: «Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac». En otras palabras, los hijos de Dios no son los descendientes naturales; más bien, se considera descendencia de Abraham a los hijos de la promesa. Y la promesa es esta: «Dentro de un año vendré, y para entonces Sara tendrá un hijo».

10 No solo eso. También sucedió que los hijos de Rebeca tuvieron un mismo padre, que fue nuestro antepasado Isaac. 11 Sin embargo, antes de que los mellizos nacieran, o hicieran algo bueno o malo, y para confirmar el propósito de la elección divina, 12 no en base a las obras, sino al llamado de Dios, se le dijo a ella: «El mayor servirá al menor». 13 Y así está escrito: «Amé a Jacob, pero aborrecí a Esaú».

HA 239

En su discurso Demetrio había indicado que su oficio estaba en peligro. Estas palabras revelan la verdadera causa del tumulto de Efeso, y también la causa de mucha de la persecución que afrontaron los apóstoles en su trabajo. Demetrio y sus compañeros de oficio vieron que por la enseñanza y la extensión del Evangelio, el negocio de la fabricación de imágenes estaba en peligro. Los ingresos de los sacerdotes y artesanos paganos estaban comprometidos y por esta razón levantaron contra Pablo la más acerba oposición.

La decisión del escribano y de otros que ocupaban puestos de honor en la ciudad, había puesto a Pablo delante del pueblo como una persona inocente de acto ilegal alguno. Este fué otro triunfo del cristianismo sobre el error y la superstición. Dios había levantado a un gran magistrado para vindicar a su apóstol y detener a la turba tumultuosa. El corazón de Pablo se llenó de gratitud a Dios porque su vida había sido conservada y el cristianismo no había cobrado mala fama a causa del tumulto de Efeso.

“Y después que cesó el alboroto, llamando Pablo a los discípulos, habiéndoles exhortado y abrazado, se despidió, y partió para ir a Macedonia.” En este viaje fué acompañado por dos fieles hermanos efesios, Tíquico y Trófimo.

28 DE MAYO 2017

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Lectura para hoy: HA 237-238

Había también otra causa de descontento. Se había convertido en un extenso y lucrativo negocio en Efeso la fabricación y venta de pequeños santuarios e imágenes, modeladas conforme al templo y la imagen de Diana. Los que se interesaban en esta industria descubrieron que sus ganancias disminuían, y todos concordaron en atribuir el desventurado cambio a las labores de Pablo.

Demetrio, un fabricante de templecitos de plata, reuniendo a los que trabajaban en ese oficio, dijo: “Varones, sabéis que de este oficio tenemos ganancia; y veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, sino a muchas gentes de casi toda el Asia, ha apartado con persuasión, diciendo, que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruída su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo.” Estas palabras despertaron las excitables pasiones del pueblo. “Llenáronse de ira, y dieron alarido, diciendo: ¡Grande es Diana de los Efesios!”

Rápidamente se difundió un informe de este discurso. “Y la ciudad se llenó de confusión.” Se buscó a Pablo, pero el apóstol no pudo ser hallado. Sus hermanos, siendo advertidos del peligro, le hicieron salir apresuradamente del lugar. Fueron enviados ángeles de Dios para guardar al apóstol; el tiempo en que había de morir como mártir todavía no había llegado. Ya que no podía encontrar el objeto de su ira, la turba se apoderó de “Gayo y Aristarco, Macedonios, compañeros de Pablo,” y con éstos, “unánimes se arrojaron al teatro.”

El lugar en que Pablo había sido ocultado no estaba muy distante, y pronto se enteró él del peligro en que se hallaban sus amados hermanos. Olvidando su propia seguridad, quiso ir al teatro para hablar a los que causaban el tumulto. Pero “los discípulos no le dejaron.” Gayo y Aristarco no eran la presa que el pueblo buscaba; de modo que no había de temerse que se les hiciese mucho daño. Pero a la vista del pálido y agobiado rostro del apóstol, se hubieran despertado las peores pasiones de la turba, y no habría habido la menor posibilidad humana de salvar su vida.

Pablo estaba todavía ansioso de defender la verdad ante la multitud; pero fué al fin disuadido por un mensaje de amonestación enviado desde el teatro. “Algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos, enviaron a él rogando que no se presentase en el teatro.”

El tumulto del teatro iba creciendo. Algunos gritaban una cosa “y otros gritaban otra cosa; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían juntado.” El hecho de que Pablo y algunos de sus compañeros fuesen de sangre hebrea, llenó a los judíos del deseo de mostrar claramente que no simpatizaban con él ni con su obra. Por lo tanto, presentaron a uno de los suyos para que expusiese el asunto ante el populacho. El orador elegido fué Alejandro, uno de los artesanos, un calderero, a quien Pablo se refirió más adelante como a uno que le había hecho mucho daño. 2 Timoteo 4:14.

Alejandro era un hombre de considerable habilidad, y concentró todas sus energías para dirigir la ira de la gente exclusivamente contra Pablo y sus compañeros. Pero la turba, dándose cuenta de que Alejandro era judío, lo hizo a un lado; y “fué hecha una voz de todos, que gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los Efesios!”

Al fin, completamente exhaustos, pararon, y hubo un silencio momentáneo. Entonces el escribano de la ciudad llamó la atención de la turba, y en virtud de su cargo consiguió que le escucharan. Hizo frente al pueblo en su propio terreno, y le mostró que no había motivo para ese tumulto. Apeló a su razón: “Varones Efesios— dijo, —¿y quién hay de los hombres que no sepa que la ciudad de los Efesios es honrada de la grande diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? Así que, pues esto no puede ser contradicho, conviene que os apacigüéis, y que nada hagáis temerariamente; pues habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa. Que si Demetrio y los oficiales que están con él tienen negocio con alguno, audiencias se hacen, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros. Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir. Porque peligro hay de que seamos argüídos de sedición por hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso. Y habiendo dicho esto, despidió la concurrencia.”

27 DE MAYO 2017

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Lectura para hoy: Romanos 8:26-39, HA 235-236

26 Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. 27 Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.

Más que vencedores
28 Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. 29 Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.

31 ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? 32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? 36 Así está escrito:
«Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!»

37 Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, 39 ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

HA 235-236

Algunas personas alientan la creencia de que las supersticiones paganas han desaparecido ante la civilización del siglo veinte. Pero la Palabra de Dios y el duro testimonio de los hechos declaran que se práctica la hechicería en nuestro tiempo tan seguramente como en los días de los magos de la antigüedad. El antiguo sistema de la magia es, en realidad, el mismo que ahora se conoce con el nombre de espiritismo moderno. Satanás halla acceso a miles de mentes presentándose bajo el disfraz de amigos desaparecidos.

Las Sagradas Escrituras declaran que “los muertos nada saben.” Eclesiastés 9:5. Sus pensamientos, su amor, su odio, han perecido. Los muertos no se comunican con los vivos. Pero fiel a su antigua astucia, Satanás emplea este recurso a fin de apoderarse de la dirección de la mente. Por medio del espiritismo, muchos de los enfermos, los enlutados, los curiosos, se están comunicando con los malos espíritus.

Todos los que se atreven a hacer esto están en terreno peligroso. La palabra de verdad declara cómo los considera Dios. En los tiempos antiguos pronunció él severo juicio contra un rey que había enviado a pedir consejo a un oráculo pagano: “¿No hay Dios en Israel, que vosotros vais a consultar a Baalzebub dios de Ecrón? Por tanto así ha dicho Jehová:Del lecho en que subiste no descenderás, antes morirás ciertamente.”2 Reyes 1:3,4

Los magos de los tiempos paganos tienen su contraparte en los médiums espiritistas, los clarividentes y los adivinos de hoy día. Las místicas voces que hablaban en Endor y en Efeso están todavía extraviando a los hijos de los hombres con sus palabras mentirosas. Si se descorriera el velo ante nuestros ojos, podríamos ver a los ángeles malignos empleando todas sus artes para engañar y destruir.

Dondequiera se ejerce una influencia para inducir a los hombres a olvidar a Dios, está Satanás ejerciendo su poder hechicero. Cuando los hombres se entregan a su influencia, antes que se den cuenta la mente se confunde y el alma se contamina. El pueblo actual de Dios debería prestar atención a la amonestación del apóstol a la iglesia de Efeso: “No comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien redargüidlas.” Efesios 5:11.

Capítulo 28—Días de trabajo y de prueba

Durante más de tres años, Efeso fué el centro de la obra de Pablo. Una iglesia floreciente se había levantado allí, y desde esa ciudad el Evangelio se había extendido por toda la provincia de Asia, tanto entre los habitantes judíos como entre los gentiles.

El apóstol había estado planeando ahora por algún tiempo otro viaje misionero. “Se propuso Pablo en espíritu partir a Jerusalem, después de andada Macedonia y Acaya, diciendo: Después que hubiere estado allá, me será menester ver también a Roma.” De acuerdo con este plan, envió “a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto;” pero sintiendo que la causa en Efeso demandaba todavía su presencia, decidió permanecer allí hasta después de Pentecostés. Pronto, sin embargo, se produjo un suceso que apresuró su partida.

Una vez al año se celebraban en Efeso ceremonias especiales en honor de la diosa Diana. Con este motivo, venían a la ciudad grandes multitudes de todas partes de la provincia y se efectuaban durante todo este período grandes fiestas con mucha pompa y esplendor.

Este tiempo de fiesta constituía un tiempo de prueba para aquellos que acababan de aceptar la fe. La compañía de los creyentes que se reunían en la escuela de Tirano era una nota discordante en el coro festivo, y se los hacía objeto del ridículo, el reproche y el insulto. Las labores de Pablo habían asestado al culto pagano un golpe eficaz, en consecuencia del cual se notaba un decaimiento perceptible en la asistencia a la fiesta nacional y en el entusiasmo de los adoradores. La influencia de sus enseñanzas se extendía mucho más allá de los conversos efectivos a la fe. Muchos que no habían aceptado abiertamente las nuevas doctrinas, llegaron a iluminarse hasta tal punto que perdieron toda confianza en sus dioses paganos.

26 DE MAYO 2017

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Lectura para hoy: HA 233-234

Pero Aquel a quien están sujetos todos los espíritus del mal; quien había dado a su siervo autoridad sobre ellos, había de avergonzar y derrotar aun más a aquellos que despreciaban y profanaban su santo nombre. La hechicería había sido prohibida por la ley de Moisés, bajo pena de muerte; sin embargo, de tiempo en tiempo había sido practicada secretamente por judíos apóstatas.

En el tiempo de la visita de Pablo a Efeso, había en la ciudad “algunos de los Judíos, exorcistas vagabundos,” quienes, al ver las maravillosas obras hechas por él, “tentaron a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos.” Fué hecha una prueba por “siete hijos de un tal Sceva, Judío, príncipe de los sacerdotes.” Al hallar a un hombre poseído por un demonio, le dijeron: “Os conjuro por Jesús, el que Pablo predica.” Pero “respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo: mas vosotros ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando en ellos, y enseñoreándose de ellos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.”

De este modo se dió una prueba inequívoca de la santidad del nombre de Cristo, y el peligro a que se expone el que lo invoque sin fe en la divinidad de la misión del Salvador. “Y cayó temor sobre todos ellos, y era ensalzado el nombre del Señor Jesús.”

Ahora se revelaron hechos antes escondidos. Al aceptar el cristianismo, algunos de los creyentes no habían renunciado completamente a sus supersticiones. Hasta cierto punto continuaban practicando la magia. Ahora, convencidos de su error, “muchos de los que habían creído, venían, confesando y dando cuenta de sus hechos.” Aun algunos de los mismos hechiceros fueron alcanzados por esta buena obra; y “muchos de los que habían practicado vanas artes, traje- ron los libros, y los quemaron delante de todos; y echada la cuenta del precio de ellos, hallaron ser cincuenta mil denarios. Así crecía poderosamente la palabra del Señor, y prevalecía.”

Al quemar estos libros de magia, los conversos efesios mostraron que ahora aborrecían las cosas en las cuales se habían deleitado una vez. Era por la magia cómo habían ofendido especialmente a Dios y puesto en peligro sus almas; y contra la magia manifestaron tal indignación. Así dieron evidencia de su verdadera conversión.

Estos tratados sobre adivinación contenían reglas y formas de comunicarse con los malos espíritus. Eran los reglamentos del culto de Satanás, instrucciones para solicitar su ayuda y obtener de él información. Reteniendo estos libros, los discípulos se hubieran expuesto a la tentación; vendiéndolos, hubieran colocado la tentación en el camino de otros. Habían renunciado al reino de las tinieblas; y para destruir su poder, no vacilaron ante ningún sacrificio. Así la verdad triunfó sobre los prejuicios de los hombres, y también sobre su amor al dinero.

Por esta manifestación del poder de Cristo, se ganó una poderosa victoria en favor del cristianismo en la misma fortaleza de la superstición. La influencia que tuvo fué más extensa de lo que aun Pablo comprendía. Desde Efeso las nuevas se extendieron ampliamente, y se dió un poderoso impulso a la causa de Cristo. Mucho después que el apóstol mismo hubo terminado su carrera, estas escenas vivían en la memoria de los hombres, y eran el medio de ganar conversos para el Evangelio.

25 DE MAYO 2017

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Lectura para hoy: Romanos 8:12-25, HA 232

12 Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. 13 Porque, si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero, si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. 15 Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!» 16 El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. 17 Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues, si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.

La gloria futura

18 De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. 19 La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, 20 porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza 21 de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.

22 Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. 23 Y no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. 24 Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? 25 Pero, si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia.

HA 232

Efeso era un centro popular del culto de Diana. La fama del magnífico templo de “Diana de los Efesios” se extendía por toda Asia y el mundo. Su sobresaliente esplendor era el orgullo, no solamente de la ciudad, sino de la nación. El ídolo que estaba en el templo había caído del cielo, según la tradición. En él estaban escritos caracteres simbólicos, que se creía poseían gran poder. Los efesios habían escrito libros para explicar el significado y uso de estos símbolos. Entre los que habían estudiado detenidamente estos costosos libros, había muchos magos, que ejercían una influencia poderosa sobre los supersticiosos adoradores de la imagen que estaba en el templo.

Al apóstol Pablo, en sus trabajos en Efeso, se le dieron señales especiales del favor divino. El poder de Dios acompañaba sus esfuerzos, y muchos eran sanados de enfermedades físicas. “Hacía Dios singulares maravillas por manos de Pablo: de tal manera que aun se llevaban sobre los enfermos los sudarios y los pañuelos de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los malos espíritus salían de ellos.”

Estas manifestaciones de poder sobrenatural eran mayores que todas las que se habían visto alguna vez en Efeso, y eran de tal carácter que no podían ser imitadas por la habilidad de los prestidigitadores o los encantamientos de los hechiceros. Como estos milagros eran hechos en el nombre de Jesús de Nazaret, el pueblo tenía oportunidad de ver que el Dios del cielo era más poderoso que los magos que adoraban a la diosa Diana. Así exaltaba el Señor a su siervo, aun delante de los idólatras mismos, inmensurablemente por encima del más poderoso y favorecido de los magos.

24 DE MAYO 2017

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Lectura para hoy: HA 230-231

Si los seguidores de Cristo buscaran con fervor la sabiduría, serían guiados a terrenos ricos de verdad, que ahora desconocen enteramente. El que se entregue plenamente a Dios, será guiado por la mano divina. Puede ser humilde y sin talentos al parecer; sin embargo, si con corazón amante y confiado obedece toda indicación de la voluntad de Dios, sus facultades se purificarán, ennoblecerán y vigorizarán, y sus capacidades aumentarán. A medida que atesore las lecciones de la sabiduría divina, se le confiará una comisión sagrada; y será capacitado para hacer de su vida un honor para Dios y una bendición para el mundo. “El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.” Salmos 119:130.

Hoy son demasiados los que ignoran tanto como los creyentes de Efeso la obra del Espíritu Santo en el corazón. Sin embargo, ninguna verdad se enseña más claramente en la Palabra de Dios. Los profetas y apóstoles se han explayado en este tema. Cristo mismo nos llama la atención al crecimiento del mundo vegetal como una ilustración de la operación de su Espíritu en el sostenimiento de la vida espiritual. La savia de la vid, ascendiendo desde la raíz, se difunde por las ramas, y provee al crecimiento y a la producción de flores y fruto. Así el poder vivificador del Espíritu Santo, que procede del Salvador, llena el alma, renueva los motivos y afectos, y pone hasta los pensamientos en obediencia a la voluntad de Dios, capacitando al que lo recibe para llevar los preciosos frutos de acciones santas.

El Autor de esta vida espiritual es invisible, y el método exacto por el cual se imparte y sostiene esta vida está más allá de la facultad explicativa de la filosofía humana. Sin embargo, las operaciones del Espíritu están siempre en armonía con la Palabra escrita. Lo que sucede en el mundo natural, pasa también en el espiritual. La vida natural es conservada momento tras momento por un poder divino; sin embargo, no es sostenida por un milagro directo, sino por el uso de las bendiciones puestas a nuestro alcance. Así la vida espiritual es sostenida por el uso de los medios que la Providencia ha provisto. Para que el seguidor de Cristo crezca hasta convertirse en “un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13), debe comer del pan de vida y beber del agua de la salvación. Debe velar, orar y trabajar, y prestar atención en todas las cosas a las instrucciones de Dios consignadas en su Palabra.

La experiencia de esos conversos judíos tiene todavía otra lección para nosotros. Cuando fueron bautizados por Juan, no comprendieron bien la misión de Jesús como expiador de los pecados. Seguían creyendo graves errores, pero cuando recibieron mayor conocimiento, aceptaron alegremente a Cristo como su Redentor; y al dar este paso hacia adelante, cambiaron sus obligaciones. Cuando recibieron una fe más pura, hubo un cambio correspondiente en su vida. Como señal de este cambio, y como reconocimiento de su fe en Cristo, fueron bautizados de nuevo, en el nombre de Jesús.

Según su costumbre, Pablo había comenzado su trabajo en Efeso predicando en la sinagoga de los judíos. Continuó trabajando allí por tres meses, “disputando y persuadiendo del reino de Dios.” Al principio fué recibido favorablemente; pero como en otros países, pronto fué combatido violentamente. “Algunos se endurecieron y rehusaron creer, hablando mal del Camino delante de la multitud.” (V.M.) Como persistían en rechazar el Evangelio, el apóstol dejó de predicar en la sinagoga.

El Espíritu de Dios había obrado con Pablo y por medio de él en sus labores por sus compatriotas. Se había presentado suficiente evidencia para convencer a todo aquel que deseara sinceramente conocer la verdad. Pero muchos se dejaron dominar por el prejuicio y la incredulidad, y rehusaron ceder a la evidencia más concluyente. Temiendo que la fe de los creyentes peligrase por el trato continuo de estos opositores de la verdad, Pablo se separó de ellos y reunió a los discípulos en una entidad distinta, continuando sus instrucciones públicas en la escuela de Tirano, un maestro de cierta distinción.

Pablo vió que se estaba abriendo delante de él una “puerta grande y eficaz,” aunque eran muchos “los adversarios.” 1 Corintios 16:9. Efeso era no solamente la más magnífica, sino la más corrupta de las ciudades de Asia. La superstición y los placeres sensuales dominaban en su abundante población. Bajo la sombra de sus templos se amparaban criminales de todas las clases, y florecían las vicios más degradantes.

23 DE MAYO 2017

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Lectura para hoy: Romanos 8:1-11; HA 229

Vida mediante el Espíritu
1 Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu.

Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios.

Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y, si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. 10 Pero, si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. 11 Y, si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes.

HA 229 Entonces el apóstol les expuso las grandes verdades que constituyen el fundamento de la esperanza del cristiano. Les habló de la vida de Cristo en esta tierra, y de su cruel muerte de ignominia. Les dijo cómo el Señor de la vida había roto las barreras de la tumba, y se había levantado triunfante de la muerte, Repitió la comisión del Salvador a sus discípulos: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id, y doctrinad a todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Mateo 28:18, 19. Les habló también de la promesa de Cristo de enviar el Consolador, por cuyo poder se realizarían poderosas señales y prodigios, y describió cuán gloriosamente esta promesa se había cumplido el día de Pentecostés.

Con profundo interés, y agradecido y maravillado gozo, los hermanos escucharon las palabras de Pablo. Por la fe aceptaron la maravillosa verdad del sacrificio expiatorio de Cristo, y le recibieron como su Redentor. Fueron bautizados entonces en el nombre de Jesús; “y habiéndoles impuesto Pablo las manos,” recibieron también el bautismo del Espíritu Santo, por el cual fueron capacitados para hablar los idiomas de otras naciones, y para profetizar. Así fueron habilitados para trabajar como misioneros en Efeso y en su vecindad, y también para salir a proclamar el Evangelio en Asia Menor.

Fué abrigando un espíritu humilde y susceptible a la enseñanza cómo estos hombres adquirieron la experiencia que los habilitó para salir como obreros al campo de la mies. Su ejemplo presenta a los cristianos una lección de gran valor. Muchos hacen tan sólo poco progreso en la vida divina porque tienen demasiada suficiencia propia para ocupar la posición de alumnos. Se conforman con un conocimiento superficial de la Palabra de Dios. No desean cambiar su fe o práctica, y por ende no hacen esfuerzos por adquirir mayor conocimiento.

22 DE MAYO 2017

Escúchalo aquí.

Lectura para hoy: Romanos 7:12-25; HA 228

12 Concluimos, pues, que la ley es santa, y que el mandamiento es santo, justo y bueno. 13 Pero entonces, ¿lo que es bueno se convirtió en muerte para mí? ¡De ninguna manera! Más bien fue el pecado lo que, valiéndose de lo bueno, me produjo la muerte; ocurrió así para que el pecado se manifestara claramente, o sea, para que mediante el mandamiento se demostrara lo extremadamente malo que es el pecado.

14 Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual. Pero yo soy meramente humano, y estoy vendido como esclavo al pecado. 15 No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. 16 Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; 17 pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo, sino el pecado que habita en mí. 18 Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. 19 De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. 20 Y, si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí.

21 Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. 22 Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; 23 pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. 24 ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? 25 ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!

En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado.

HA 228 Capítulo 27—Efeso

Mientras Apolos predicaba en Corinto, Pablo cumplió su promesa de volver a Efeso. Había hecho una breve visita a Jerusalén, y había pasado algún tiempo en Antioquía, el escenario de sus primeras labores. Desde allí viajó a través de Asia Menor, “andando por orden la provincia de Galacia, y la Phrygia” (Hechos 18:23), visitando las iglesias que él mismo había establecido, y fortaleciendo la fe de los creyentes.

En el tiempo de los apóstoles, la porción occidental del Asia Menor se conocía como la provincia romana de Asia. Efeso, la capital, era un gran centro comercial. Su puerto estaba atestado de barcos, y en sus calles se agolpaban gentes de todos los países. Como Corinto, ofrecía un campo promisorio para el esfuerzo misionero.

Los judíos, esparcidos ampliamente ahora en todos los países civilizados, esperaban en general el advenimiento del Mesías. Cuando Juan el Bautista predicaba, muchos, en sus visitas a Jerusalén en ocasión de las fiestas anuales, habían ido a las orillas del Jordán para escucharle. Allí habían oído a Jesús proclamado como el Prometido, y habían llevado las nuevas a todas partes del mundo. Así había preparado la Providencia el terreno para las labores de los apóstoles.

Al llegar a Efeso, Pablo encontró doce hermanos, que, como Apolos, habían sido discípulos de Juan el Bautista, y como él habían adquirido cierto conocimiento de la misión de Cristo. No tenían la capacidad de Apolos, pero con la misma sinceridad y fe estaban tratando de extender el conocimiento que habían recibido.

Estos hermanos no sabían nada de la misión del Espíritu Santo. Cuando Pablo les preguntó si habían recibido el Espíritu, contestaron: “Ni aun hemos oído si hay Espíritu Santo.” “¿En qué pues sois bautizados?” preguntó Pablo, y ellos dijeron: “En el bautismo de Juan.”