22 DE SEPTIEMBRE 2016

Escúchalo aquí.

Lectura para hoy:Salmos 105; 107; 126

Salmos 105
Den gracias al Señor, invoquen su nombre; den a conocer sus obras entre las naciones. Cántenle, entónenle salmos; hablen de todas sus maravillas. Siéntanse orgullosos de su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al Señor. Recurran al Señor y a su fuerza; busquen siempre su rostro. Recuerden las maravillas que ha realizado, sus señales, y los decretos que ha emitido. ¡Ustedes, descendientes de Abraham su siervo! ¡Ustedes, hijos de Jacob, elegidos suyos! Él es el Señor, nuestro Dios; en toda la tierra están sus decretos.

Él siempre tiene presente su pacto, la palabra que ordenó para mil generaciones. Es el pacto que hizo con Abraham, el juramento que le hizo a Isaac. 10 Se lo confirmó a Jacob como un decreto, a Israel como un pacto eterno, 11 cuando dijo: «Te daré la tierra de Canaán como la herencia que te toca.» 12 Aun cuando eran pocos en número, unos cuantos extranjeros en la tierra 13 que andaban siempre de nación en nación y de reino en reino, 14 a nadie permitió que los oprimiera, sino que por ellos reprendió a los reyes: 15 «No toquen a mis ungidos; no hagan daño a mis profetas.»

16 Dios provocó hambre en la tierra y destruyó todos sus trigales. 17 Pero envió delante de ellos a un hombre: a José, vendido como esclavo. 18 Le sujetaron los pies con grilletes, entre hierros le aprisionaron el cuello, 19 hasta que se cumplió lo que él predijo y la palabra del Señor probó que él era veraz. 20 El rey ordenó ponerlo en libertad, el gobernante de los pueblos lo dejó libre. 21 Le dio autoridad sobre toda su casa y lo puso a cargo de cuanto poseía, 22 con pleno poder para instruir a sus príncipes e impartir sabiduría a sus ancianos.

23 Entonces Israel vino a Egipto; Jacob fue extranjero en el país de Cam. 24 El Señor hizo que su pueblo se multiplicara; o hizo más numeroso que sus adversarios, 25 a quienes trastornó para que odiaran a su pueblo y se confabularan contra sus siervos. 26 Envió a su siervo Moisés,  y a Aarón, a quien había escogido, 27 y éstos hicieron señales milagrosas entre ellos, ¡maravillas en el país de Cam! 28 Envió tinieblas, y la tierra se oscureció, pero ellos no atendieron a sus palabras. 29 Convirtió en sangre sus aguas y causó la muerte de sus peces. 30 Todo Egipto se infestó de ranas, ¡hasta las habitaciones de sus reyes!

31 Habló Dios, e invadieron todo el país enjambres de moscas y mosquitos. 32 Convirtió la lluvia en granizo, y lanzó relámpagos sobre su tierra; 33 derribó sus vides y sus higueras, y en todo el país hizo astillas los árboles. 34 Dio una orden, y llegaron las langostas, ¡infinidad de saltamontes! 35 Arrasaron con toda la vegetación del país, devoraron los frutos de sus campos. 36 Hirió de muerte a todos los primogénitos del país, a las primicias de sus descendientes. 37 Sacó a los israelitas cargados de oro y plata, y no hubo entre sus tribus nadie que tropezara. 38 Los egipcios se alegraron de su partida, pues el miedo a los israelitas los dominaba.

39 El Señor les dio sombra con una nube, y con fuego los alumbró de noche. 40 Pidió el pueblo comida, y les envió codornices; los sació con pan del cielo. 41 Abrió la roca, y brotó agua que corrió por el desierto como un río. 42 Ciertamente Dios se acordó de su santa promesa, la que hizo a su siervo Abraham. 43 Sacó a su pueblo, a sus escogidos, en medio de gran alegría y de gritos jubilosos. 44 Les entregó las tierras que poseían las naciones; heredaron el fruto del trabajo de otros pueblos 45 para que ellos observaran sus preceptos y pusieran en práctica sus leyes. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Salmo 107
Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre. Que lo digan los redimidos del Señor, a quienes redimió del poder del adversario, a quienes reunió de todos los países, de oriente y de occidente, del norte y del sur.

Vagaban perdidos por parajes desiertos, sin dar con el camino a una ciudad habitable. Hambrientos y sedientos, la vida se les iba consumiendo. En su angustia clamaron al Señor, y él los libró de su aflicción. Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable. ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! ¡Él apaga la sed del sediento, y sacia con lo mejor al hambriento!

10 Afligidos y encadenados, habitaban en las más densas tinieblas 11 por haberse rebelado contra las palabras de Dios, por menospreciar los designios del Altísimo. 12 Los sometió a trabajos forzados; tropezaban, y no había quien los ayudara. 13 En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. 14 Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas. 15 ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! 16 ¡Él hace añicos las puertas de bronce y rompe en mil pedazos las barras de hierro!

17 Trastornados por su rebeldía, afligidos por su iniquidad, 18 todo alimento les causaba asco. ¡Llegaron a las puertas mismas de la muerte! 19 En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción. 20 Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro. 21 ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! 22 ¡Que ofrezcan sacrificios de gratitud, y jubilosos proclamen sus obras!

23 Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas. 24 Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del Señor y sus maravillas. 25 Habló Dios, y se desató un fuerte viento que tanto encrespó las olas 26 que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje. 27 Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les valía toda su pericia. 28 En su angustia clamaron al Señor, y él los sacó de su aflicción. 29 Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. 30 Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado. 31 ¡Que den gracias al Señor por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres! 32 ¡Que lo exalten en la asamblea del pueblo! ¡Que lo alaben en el consejo de los ancianos!

33 Dios convirtió los ríos en desiertos, los manantiales en tierra seca, 34 los fértiles terrenos en tierra salitrosa, por la maldad de sus habitantes. 35 Convirtió el desierto en fuentes de agua, la tierra seca en manantiales; 36 hizo habitar allí a los hambrientos, y ellos fundaron una ciudad habitable. 37 Sembraron campos, plantaron viñedos, obtuvieron abundantes cosechas. 38 Dios los bendijo y se multiplicaron, y no dejó que menguaran sus rebaños.

39 Pero si merman y son humillados, es por la opresión, la maldad y la aflicción. 40 Dios desdeña a los nobles y los hace vagar por desiertos sin senderos. 41 Pero a los necesitados los saca de su miseria, y hace que sus familias crezcan como rebaños. 42 Los rectos lo verán y se alegrarán,  pero todos los impíos serán acallados.

43 Quien sea sabio, que considere estas cosas y entienda bien el gran amor del Señor.

Salmo 126 – Cántico de los peregrinos.
Cuando el Señor hizo volver a Sión a los cautivos, nos parecía estar soñando.
Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían:

«El Señor ha hecho grandes cosas por ellos.» Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría.

Ahora, Señor, haz volver a nuestros cautivos como haces volver los arroyos del desierto.El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas.